Sólo la clase obrera, apoyándose en su organización histórica, es capaz de reunir a la nación contra el imperialismo y sus lacayos. Los comités constituidos no han resuelto aún el problema de su centralización a escala nacional. Pero perfilan ya las formas de un poder independiente que representa los intereses de los oprimidos y de los explotados. En cierto modo, se levantan como un posible doble poder frente a las instituciones del régimen que las masas buscan desmantelar y el imperialismo norteamericano y la UE tratan de proteger so capa de ‘transición democrática’.
Por ser una revolución obrera, que se enfrenta a un régimen enfeudado al imperialismo –es decir, al régimen agonizante de propiedad privada de los medios de producción, el movimiento revolucionario de las masas choca frontalmente con la dominación imperialista que, por el contrario, busca por todos los medios preservar los regímenes a ella enfeudados.
Sólo las masas pueden abrir una salida frente a la barbarie
Con razón, el gobierno Obama, el gobierno francés, la Unión Europea y sus agentes en Túnez se alarman por el intento de las masas obreras y campesinas tunecinas de tomar en sus manos su propio destino:
“El caos amenaza en Túnez, los soviets se construyen en las fábricas”. ( Les Echos, 7de marzo de 2011).
El imperialismo llama “caos” a la soberanía popular y nacional, a la democracia. Durante semanas y semanas, sostenido por el imperialismo y los partidos llamados de oposición, el gobierno tunecino encargado de garantizar la continuidad del regimenes opuso a la exigencia de Asamblea Constituyente, reclamada por todo un pueblo, oponiendo a ella la perspectiva de elecciones presidenciales, es decir, de mantener el régimen “renovándolo”
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